Nunca, pero absolutamente nunca, en la historia de los procesos
de sometimientos de paz realizados en Colombia, con las guerrillas, o con las
milicias, u otro grupo armado se tuvo en cuenta la voz, el sufrimiento, la
angustia, la impotencia y el dolor de las víctimas del conflicto armado
colombiano.
Ellos, las víctimas, fueron siempre invisibles en esos
proyectos liderados por sujetos que buscaban beneficios únicos y exclusivamente
personales, en muchas ocasiones procesos de paz que engañaron a todos los
colombianos con organizaciones inexistentes, personas inexistentes y armas
inexistentes, logrando recursos económicos para sus propios bolsillos. De esto pueden
dar fé muchas personas que vivieron los procesos de negociaciones en los 90.
Son demasiadas las víctimas que han dejado este conflicto, 7
millones de personas inscritas en el Registro Único de Víctimas, y las que no
se encuentran inscritos, como los prisioneros políticos y los sociales, (ojo no
hablo de los comunes que es un capítulo aparte), los cuales están totalmente
desamparados y sin acceso a sus garantías constitucionales, y en muchas
ocasiones torturados por el sistema corrupto.
La conciencia colectiva y las diferentes peticiones de visibilización
realizada por la sociedad civil
organizada a favor de las víctimas, pudo lograr que en la década del 2000, se
legislara por primera vez una ley a favor de ellas (ley 1448 de 2011), y
empezar a entender los principios de la justicia transicional, verdad, justicia,
reparación y garantías de no repetición
.
7 millones de personas, voces que no han sido escuchadas en
un Estado donde la participación ciudadana es fundamental para la construcción de
la sociedad democrática. Y sucede lo impensable, fracaso uno de los puntos más
trascendentales de los acuerdos de la Habana con la guerrilla de las FARC, esas
16 curules no fueron reconocidas, y no merecen que nosotros los colombianos y defensores
de derechos humanos escuchemos ninguna explicación leguleya de cualquier
congresista.
A estos opositores de este sistema político corrupto ilegítimos
que nos gobiernan, les pronostico que viene una nueva generación cansada de sus
trampas, de sus actos indebidos, que lucharán con sus palabras en la protesta pacífica
social, y los desconocerán como gobernantes y serán juzgados por sus omisión del
deber de justicia con las víctimas.
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